top of page

El Cristo de las Mieles

Antonio Susillo (1857-1896)

Fue un famoso escultor sevillano del siglo XIX. Era de procedencia humilde y fue descubierto por la infanta y duquesa de Montpensier, quien lo tomó bajo su protección y le pagó los primeros estudios de arte.

Aparte de este cristo tiene otras de sus obras repartidas por Sevilla, como pueden ser el monumento a Luis Daoíz, en la Plaza de la Gavidia, y la Galería de los doce sevillanos ilustres, situados sobre la balaustrada de la puerta de coches del Palacio de San Telmo.

   Si visitamos el cementerio de San Fernando no podemos dejar de

admirar la escultura en bronce de un  Cristo crucificado que se

encuentra en la glorieta principal de dicho cementerio.

   Cuenta la leyenda que el escultor al hacer este Cristo, lo talló con las piernas al contrario y que al contemplar su obra y ver el fallo se sitió tan angustiado y le afectó tanto que se lo encontron en su estudio colgado y sin vida. Según esta misma leyenda, dicen que sus paisanos sevillanos creyeron que el mejor homenaje para aquel hombre era enterrarlo en el centro del cementerio y como lápida, el cristo que tanto tardó en tallar.

   Unos días después observaron con asombro que el Cristo lloraba inexplicablemente. Al reconocer la imagen con detenimiento se dieron cuenta de que el "milagro" lo hacían unas abejas que fabricaron una colmena en su interior y la miel brotaba por la boca del crucificado (el escultor había tallado hueco el cristo debido a su gran peso).

Por todo ello, desde entonces la imagen es conocida con el nombre del Cristo de las Mieles.

En realidad, Antonio Susillo se disparó con una pistola porque su segunda esposa se dedicaba a derrochar y malgastar la fortuna que él tenía debido a los encargos de la nobleza que había realizado a lo largo de su vida.

bottom of page